Delirium, Lauren Oliver.

viernes, 27 de mayo de 2011

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¿Os imagináis un mundo sin sentimientos? ¿Un mundo en el que amar se considera una enfermedad? Yo he conocido ese mundo en las páginas de Delirium, y dejadme que os diga que no me gustaría vivir en él: porque vivir en un lugar en el que esté prohibido amar, pensar o reír, no es vivir.

Lena es la protagonista de esta historia. Es huérfana; su padre murió cuando ella tenía 8 meses, de cáncer, y su madre se suicidó cinco años más tarde. Tiene una hermana mayor, Rachel, pero ella ya vive con su marido y sus hijos. Lena vive con su tía Carol, su tío William, y las dos hijas de su prima fallecida: Jenny y Gracie.
Faltan tres meses para que sea sometida a la operación que marcará el inicio de su vida como una adulta.  Lena tiene muchas ganas de que ese día llegue, cuenta los días que faltan y todo. Para que puedan emparejar a los recién curados (los operan cuando cumplen 18 años) y asignarles una carrera, se establecen unos cuantos días de evaluaciones. En ellas, los evaluadores se encargan de preguntar intereses y gustos a la próxima promoción de curados.
A Hana, la mejor amiga de Lena, la han citado para el mismo día. Al principio esta idea de que la chica le haga compañía en la fila antes de entrar a los laboratorios la reconforta, pero empieza a ponerse nerviosa cuando Hana la hace dudar del sistema que marca el funcionamiento de su sociedad...
Todo parece indicar que la evaluación de Lena no puede ir peor cuando empieza a decir todo tipo de tonterías intolerables... hasta que el laboratorio es escenario del caos más absoluto. En medio de todo ese embrollo, oye una risa en la plataforma de observación. Mira arriba, y es entonces cuando un chico de cabello castaño dorado y de ojos ambarinos le guiña un ojo.

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